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¿Qué tan eficaz es la captura y el almacenamiento de CO2 para luchar contra el cambio climático?

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Noruega puso en marcha el primer servicio de almacenamiento geológico del CO2. Varios países invierten cientos de millones de dólares en esta tecnología de captura y almacenamiento de CO2 para hacer algunas industrias más verdes. Pero los obstáculos financieros y técnicos aún plantean serias dudas sobre la eficacia de este método que algunos presentan como una solución para luchar contra el cambio climático.

 

A finales de agosto, Northern Lights, el primer servicio comercial de transporte y almacenamiento de CO2 en el mundo inició sus operaciones en Noruega. Funciona de la siguiente manera: una cementera alemana capturó el dióxido de carbono que sale de las chimeneas de sus fábricas, luego es convertido en gas licuado, transportado en barcos a la terminal de Bergen en Noruega y finalmente inyectado por tuberías a 2600 m de profundidad en las capas geológicas de las costas noruegas.

Este método, llamado secuestro y almacenamiento de carbono, CCS en inglés, busca capturar 5 millones de toneladas de CO2 anualmente, para evitar que este gas sea liberado a la atmósfera.  

Varios sectores industriales y países industrializados invierten millones de dólares en esta tecnología que consideran como prometedora para limitar las emisiones de Co2, principal gas de efecto invernadero, y así luchar contra el cambio climático.

“Se pone unas instalaciones en las instalaciones industriales que generan humos en los que se encuentra el CO2, se recoge ese humo, se separa el CO2 y ese transporta hasta un lugar geológico adecuado donde se va a almacenar de forma permanente. De esta manera, lo que hacemos es evitar que este CO2 se vaya a la atmósfera”, explica Paula Canteli, ingeniera de minas, Instituto Geológico de España. 

Esta tecnología está destinada principalmente a “estas industrias que generan CO2 con absoluta independencia del combustible que utilizan.  Es un CO2 que se produce en el propio proceso industrial. El ejemplo más sencillo es en la industria cementera, donde se coge la roca caliza, se mete en un horno y entonces se rompe la molécula generando ese CO2 que queremos capturar y almacenar. Ocurre en otras industrias, como en la siderúrgica, en las acerías o en el vidrio, por ejemplo", detalla Paula Canteli. 

Tanto en Europa como en Estados Unidos, han surgido también varios proyectos para captar las emisiones de CO2 de plantas a carbón. Sin embargo, muchos de estos proyectos fueron cancelados, quedaron a la etapa de proyectos piloto, o generaron gastos públicos descomunales con pocos resultados apuntaba en 2022 el Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA). 

La infraestructura de captacion y almacenamiento de Northern Lights, conformado por tres empresas energéticas (TotalEnergies, Equinor y Shell), busca entonces recuperar el CO2 de industrias europeas para almacenarlo a 2600m de profundidad bajo el lecho marino. “Es muy prometedora y además muy necesaria, porque para ciertas industrias no hay ninguna otra solución que contribuya al cambio climático”, asegura Paula Canteli. 

Escuche la entrevista completa:

Riesgos de fuga 

La tecnología CCS no está exenta de riesgos. En un informe de 2005, el panel intergubernamental de expertos sobre cambio climático, IPCC, recordaba que almacenar el CO2 en capas geológicas presenta riesgos de fuga. Una fuga masiva de Co2 seria no solo tóxica sino también dramática para el clima. El almacenamiento de millones de toneladas CO2 en dos campos de gas offshore de Noruega, Sleipner y Snovit demostró que el CO2 liquido puede desplazarse de manera imprevista en las capas geológicas. 

Pero el principal obstáculo para el desarrollo de la captura y el almacenamiento del Co2 es su altísimo costo y muchos proyectos de este tipo recibieron millonarios subsidios de los gobiernos.

En Europa, por ejemplo, los proyectos de captura de carbono permitirán capturar 50 millones de toneladas de Co2 al año, en lugar de 2 millones de toneladas actualmente. Según la Agencia internacional de la energía, se necesitaría secuestrar cada año al menos 100 veces más CO2 anualmente si queremos cumplir con el acuerdo de París. Una cifra de momento irrealista dado las inversiones multimillonarias que esto necesitaría para construir las infraestructuras de captación del co2 en plantas eléctricas y fábricas y para edificar miles de kilómetros de carboductos. 

Un informe reciente publicado en la revista Nature, indica además que el mundo tiene muchos menos lugares para almacenar de forma segura el Co2 de lo que afirmaba la industria. 'Nuestros hallazgos dejan en claro que es una herramienta limitada para luchar contra el cambio climático" concluyen los autores del estudio. 

Escepticismo de las ONG

Las ONG ecologistas que defienden el clima por su parte son muy escépticas en cuanto a la captura y almacenamiento de carbono. En 2021, más de 500 organizaciones llamaron a los responsables políticos a rechazar la captura y el almacenamiento de CO2. “Es muy difícil valorar o garantizar una completa estanqueidad de los depósitos y que eso no venga fugándose”, advierte Javier Andaluz Prieto, coordinador de asuntos de clima y energía en la ONG Ecologistas en Acción (España). 

El activista duda además de la eficiencia real de la captura de Co2 en materia de mitigación de las emisiones de Co2: “Nadie está haciendo una valoración completa del ciclo integral y de las emisiones asociadas a este método de captura. Porque si a las emisiones que ya producen industrias hay que sumar las emisiones asociadas al transporte en barco hasta Noruega o las emisiones asociadas a todo el proceso de mantenimiento y construcción de almacenamiento geológico en profundidad, probablemente las cuentas no salgan tan bien y no se observen unas reducciones tan elevadas”, apunta, entrevistado por RFI

A pesar de las dudas sobre la factibilidad de este método, la Unión Europea financia 26 proyectos de captura y almacenamiento por un costo de más de 4 mil millones de euros de inversiones.

Las ONG ambientalistas y los climatólogos indican que, para luchar adecuadamente contra el cambio climático, la prioridad es reducir el uso de combustibles fósiles, principal fuente de gases de efecto invernadero que tenemos que recortar en un 42% de aquí a 2030 si queremos evitar las consecuencias dramáticas del calentamiento global qua ya estamos viviendo.  

Entrevistados: 

Paula Canteli, ingeniera de minas, Instituto Geológico de España 

Javier Andaluz Prieto, coordinador de asuntos de clima y energía en la ONG Ecologistas en Acción (España). 

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