kaizen con Jaime Rodríguez de Santiago podcast

#195 El poder de las herejías

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(NOTAS COMPLETAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/195-el-poder-de-las-herejias/)

«La verdad se busca por sí misma; y al buscar aquello que se busca por sí mismo, uno solo está preocupado por encontrarlo... El buscador de la verdad no es quien estudia los escritos de los antiguos y confía en ellos, sino más bien quien duda de su fe en ellos y cuestiona lo que recogen, quien se somete al argumento y la demostración, y no a los dichos de un ser humano cuya naturaleza está llena de todo tipo de imperfección y deficiencia. [...] Si aprender la verdad es su objetivo, es su deber hacerse enemigo de todo lo que lee, y [...] atacarlo desde todos los lados. También debe sospechar de sí mismo [...] para [...] evitar caer en cualquier prejuicio o indulgencia. Si sigue este camino, se le revelarán las verdades [...]»

Algo parecido a esta defensa del pensamiento crítico dejó escrito el primer personaje de los muchos que vamos a mencionar hoy. Digo parecido, porque lo hizo en árabe antiguo y esto es una traducción más que modernizada. Su autor fue Hasan Ibn-al-Haytham, más conocido en Occidente como Alhazen y considerado por muchos como el primer científico. Y nació en el año 965, en un mundo en el que no existían los relojes, ni los telescopios, ni los microscopios, ni casi nada de lo que hoy nos es normal. Comenzó estudiando la religión, pero pronto acabó desencantado con sus dogmas incuestionables y con la manera en la que volvía a unas personas contra otras. Así que decidió volcarse en la búsqueda de la verdad objetiva, pura e imparcial. Se dedicó a estudiar a fondo la realidad.

Y así, 8 siglos antes de que se inventara la fotografía, Alhazen fue el primero en dar una explicación completa a un fenómeno que se conocía desde tiempos de la antigua Grecia: cómo, en una sala oscura con una única apertura en uno de sus muros, al colarse los rayos de luz por ella, se proyectaba en la pared opuesta la imagen del exterior, invertida tanto horizontal como verticalmente. Es lo que siglos más tarde, Kepler llamaría cámara oscura. La palabra «cámara», de hecho, viene del árabe y de los textos de Alhazen, que influyeron a gente como Leonardo da Vinci, Descartes o el propio Kepler. 

Y es que en sus libros sobre óptica fue capaz de desmontar las teorías griegas sobre el funcionamiento de la luz, que aún en su época se consideraban correctas, y de describir, a través de sus experimentos, la anatomía y el funcionamiento de nuestros ojos, como un sistema óptico. 

Para escribir esos libros, eso sí, Alhazen tuvo que recurrir a medidas extremas. Tras despertar la ira del califa de turno, tuvo que hacerse el loco, literalmente. Sólo recluyéndose en su casa durante años pudo dedicarse a descifrar la realidad. Y es que, Alhazen, como muchas de las personas que cambiaron el mundo, fue considerado un hereje.

Y hoy vamos a celebrar la herejía, porque se me han juntado distintas lecturas que he ido acumulando en los últimos meses con una idea que tengo a medio cocinar sobre la necesidad que tenemos de poner a prueba mucho de lo que damos por sentado en nuestra sociedad, en nuestras empresas… y en nuestra vida en general. Eso sí, no sé muy bien qué va a salir de aquí, ya te lo digo.

 

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