"Sucedió en una noche oscura"
Sucedió una noche oscura cuando el monstruo lo atacó. Desde entonces, cada 29 noches, en plenilunio, la transformación sucedía: el hombre vuelto licántropo escapaba con dirección a la aldea. Sabía que ahí lo esperaba su manada: un grupo de perros, desde caniches hasta temibles mastines, que salían silenciosos de sus casas al llamado de su líder. No era un lobo malo, al contrario, gustaba de correr por el campo y revolcarse, confundirse en ese grupo de canes que era su familia.
Eso tenía una explicación, desde niño fomentó el vínculo con los perros, ellos lo consolaron después de cada golpiza, lamían sus heridas, le proporcionaban calor en las calles vacías.
Los humanos por otro lado eran una historia muy diferente, siempre abusaron de él, nunca tuvo un hogar ni conoció de amor o de bondad. Por eso, al regresar a su estado natural liberaba a la bestia que había crecido dentro de él: niños y mujeres desaparecían del poblado y en la lejana choza eran víctimas de las más crueles torturas. El terror sólo se detenía cada 29 noches, en plenilunio, desde lo que sucedió aquella noche oscura.
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