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MundoLoco


Gente graciosa, gente triste me rodean.

No van a ningún lugar, pasan de mi.

Viejos zapatos, perfumes y sudor se repiten día tras día, como una mañana de hule que se estira.

A veces sueltan una moneda sin voltear.

A veces me atropellan al pasar.

Llega la tarde y me cubre el frío la pesada tristeza.

Despierto y es un día igual que los demás.

Niños que gritan, ojos vacíos, perros que juegan al pasar.

Yo miro el accidente mientras muerdo una esquina de mi soledad. Mucha gente, luces y llanto. Luego todos se van.


Cuando ya nadie mira me levanto por fin a trabajar, me acerco a la confundida alma de aquel conductor, lo cubro con un abrazo y lentamente nos desvanecemos en la oscuridad.

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