Gritos de Angustia

Estela era una joven muy bonita del barrio barandillas. Vivía con su mamá y hacían trabajados de sastrería. Don Emilio era uno de los viejos más ricos de la zona y estaba enamorado de la muchacha.

En algún pintoresco pueblo de Honduras, todo parecía estar tranquilo, hasta que una mañana varias mujeres que estaban lavando ropa en un rio se llevaron una sorpresa, una gran culebra negra iba saliendo del agua.

En algún lugar de Honduras vivió Don Raymundo, era propietario de una hacienda donde había ganado de primera calidad. Tenía fama de mujeriego y de ser dadivoso con las mujeres porque les regalaba terrenos y casas. Pero a pesar de eso las mujeres le tenían miedo.

Dago era un tunante de primera, después de andar de pica flor de pueblo en pueblo terminó de la peor manera.

Don Evaristo era vecino de la ciudad de El Paraíso. Se dedicaba a la compra y venta de café, se podría decir que fue uno de los pioneros en ese negocio. Un día le regalaron un hermoso caballo negro llamado Satán.

Luci era una mujer que doblegaba a cada hombre que le gustaba, pero no lo hacía con su belleza sino con ayuda de la brujería.

Hace muchos años llegó a Puerto Lempira un profesor llamado Nicolas y se enamoró de una hermosa misquita.

José y Ester eran novios y se querían mucho, con el tiempo se fueron a vivir juntos y ahí empezaron las discusiones.

Hace muchos años en Linaca vivió una muchacha llamada Elena, era la mujer más atractiva y admirada de aquel lugar.

En el barrio Buenos Aires de Tegucigalpa hace muchos años vivió Manuel, un hombre al cual por su altura y su corpulento cuerpo le decían Manuelón. Vivía de hacer mandados y tenía muchas amistades por su buen comportamiento.